Los sistemas complejos
–como lo son los Sectores Energético y del Transporte- evolucionan impulsados
por la innovación tecnológica, mejorando sus características y rendimiento de
manera continua, hasta que la innovación tecnológica propicia un “salto” hacia
adelante -singular y “transformacional”- en las
tecnologías aplicables, y permite seguir avanzando, con soluciones superiores, integradas
con ventaja en la Economía global, progresando en nuevos niveles de mayor
calidad y eficiencia.
El sector energético ya
ve imparable el ventajoso aprovechamiento de las Energías Renovables –Solar y
Eólica, cada vez más asequibles-, que, además de abaratar la generación de
electricidad, cambian el paradigma de control de la red eléctrica, desde la
antigua fundamentada en las demandas “base” y “punta”, a la nueva basada en
“pronóstico-y-equilibrio”; han alterado globalmente los flujos de inversión en
sistemas energéticos, y en suministradores de tecnología y equipos; y han
forzado la digitalización de todos los equipos eléctricos. Incluso han
modificado el diseño de edificios, la formación técnica necesaria, y la
financiación de las infraestructuras.
Y la adopción
generalizada de VEs está próxima, mucho más de lo que imaginamos: son mejores y
más divertidos –y más baratos de fabricar, operar y mantener- que los obsoletos
convencionales. Todos los fabricantes tienen, desde hace tiempo, planes de
contingencia para producir solo VEs; y las estaciones de recarga se están
extendiendo ya rápidamente –son baratas-, como reclamo para atraer clientes en
todo tipo de negocios (28 agosto 2016,
Christopher Mims, The Wall Street Journal)
Está ocurriendo algo
similar a lo que hemos visto, no hace mucho, cuando aparecieron los teléfonos
portátiles –móviles-: se supuso que se utilizarían igual que los tradicionales,
pero en movimiento. Pero, a medida que bajó su costo, subieron sus utilidades
–lo que exigió la digitalización de la estructura analógica tradicional (igual
que las renovables están haciendo sobre la infraestructura energética)-. En
pocas décadas, los móviles han desplazado por completo a los teléfonos fijos, pero
también han afectado profundamente a todos los sectores de la economía
(transformando nuestros usos y costumbres -viajes, vacaciones, compras, etc.-),
y fagotizando sectores económicos e
industriales enteros (cámaras, relojes, mapas; y ya van tras periódicos,
servicios bancarios, música, etc.): ninguno es inmune a su influencia, ya que
aportan eficiencia y conveniencia, con significativa reducción de costo.
La Revolución de las Energías Renovables, así como el Renacimiento de los VEs, van a tener consecuencias
importantes en la economía global (producirá una notable “reverberación” tecnológica
en muchos sectores económicos: Petróleo, Electricidad, Transporte, Infraestructuras,
etc.). Ambos, Energías Renovables y Transporte Eléctrico, mejoran rendimientos
y reducen costos de manera acelerada y sostenida, compitiendo en precio con las
tecnologías convencionales, ya obsoletas; y, por si ello fuera poco, contribuyen
a disminuir la gravedad de la contaminación y el calentamiento global que los
combustibles fósiles vienen acumulando, desde hace más de un siglo, sobre
nuestro planeta.
¿Podemos permitirnos el
lujo de no aprovecharlos?
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