El VE no
contamina, y es agradable para el conductor, ya que acelera con fuerza, de
manera suave y sin ruido; además es mucho más eficiente –léase: barato- y
cómodo –un solo pedal, gracias al frenado regenerativo-; y puede cargarse él
solito mientras está aparcado.
En nuestro reciente
pasado, el progreso de la Sociedad ha vivido cambios drásticos socioeconómicos
en usos y costumbres, muchos originados por la implantación rápida y general de
nuevas tecnologías que han sustituido a otras convencionales –con ventajas notables para el usuario-,
convirtiéndolas en obsoletas en pocos años, de manera irreversible. Ocurrió cuando surgieron los ordenadores
personales, los portátiles, las tabletas; cuando empezó a utilizarse el correo electrónico;
y cuando los teléfonos se hicieron móviles e inteligentes.
En el ámbito del
transporte sucedió así cuando, hacia el año 1900 comenzó la sustitución de la
tracción animal por el automóvil, transformándose, en poco más de una década,
el panorama de las avenidas principales de las grandes ciudades. Ahora, después
de más de un siglo sin evolución tecnológica importante -¿retenida?-, el
Transporte de personas y mercancías avanzará esencialmente gracias a los VEs.
Una característica
peculiar de estos progresos –cuasiRevoluciones-
que cambian por completo una utilización, producto o servicio mediante la
implantación rápida y brusca de una nueva tecnología, es que, inevitablemente,
cuando se anuncian, son precisamente los “expertos” o profesionales curtidos
especialistas en el campo de que se trate, los que minimizan –si no rechazan
totalmente- la amplitud e inmediatez del cambio que se anuncia.
Normalmente son los propios “Expertos” los que desatienden y
desaprovechan las mejores oportunidades tecnológicas
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